Es bueno denunciar los Evangelios erróneos que esclavizan a la gente bajo pecado, señalar sus técnicas, métodos, estrategias y mercadotecnia que usan para engañarse ellos mismos y a los demás.

De por sí, ya señaló el Señor Jesús que los pueblos son como multitud de ovejas, perdidas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor; perdidas, es decir en un estado como el de Caín, errante, desorientado, sin rumbo fijo, sin planes, ni visión, que no puede echar fundamentos ni establecerse pues no tiene ningún fin.

Pero nos parece un desequilibrio desmedido la inclinación de estos Ministerios al dedicarse arduamente, dando su vida y consagrarse en exhibir las sectas, el fanatismo y los escándalos e inmoralidades que son afines a estos evangelios farsantes.

Mientras tanto, en medio de este señalamiento que distrae la atención de la verdadera situación y estado en que se encuentra La Iglesia del Señor Jesucristo, nadie parece ocuparse de la corrupción espiritual que impera en medio de ella, de los ministerios abusivos, inmorales, codiciosos, herejes y manipuladores de la ingenuidad de los Creyentes.

De la división que impera a lo largo y ancho del Continente que disputan una supremacía apostólica por las regiones y por hacerse del timón, entretanto los Creyentes andan de aquí para allá buscando la verdad, un verdadero culto y verdaderos Ministerios del Señor.

Nos parece muy raro que haya ministerios que con denuedo combatan estas sectas, pero al alejarse los Ministerios profesantes de las verdades del Evangelio, éstas mismas se están convirtiendo en sectas.

Fernando Martínez Constante